Las tecnologías online en la transferencia del conocimiento

España es una potencia en investigadores de calidad y en investigación puntera. El resto de Europa, también. Contamos con equipos, personas concretas e instituciones con peso en ciencias de la salud, innovación educativa, políticas sociales, seguridad informática y otros campos que interpretan y modelan la realidad cotidiana y un futuro prometedor. Sin embargo, la aportación tangible, el contacto con la sociedad civil, la complicidad con las empresas y con otras entidades relacionadas, así como la utilización real de productos, servicios y resultados por parte del usuario o entidad de a pie, resultan algo más vagos. La transferencia, a veces, no es eficaz.

Los investigadores tenemos parte de culpa. Seguimos las reglas impuestas por cada convocatoria o paso de acreditación con el objetivo de cumplir con los requisitos, conseguir un informe favorable y enlazar con un nuevo proyecto o actividad que facilite la continuidad de la línea de investigación o del grupo en un departamento. Pero fallamos en la explotación real de esos resultados en el mercado, a través de un diálogo serio con los demás actores implicados. Los organismos financiadores y acreditadores deben facilitar los pasos administrativos que, paradójicamente, muchas veces consumen casi toda la energía y gran parte del presupuesto y del tiempo en lugar de facilitar el objeto de la convocatoria, ya sea investigación, desarrollo o innovación. Pero, al mismo tiempo, los investigadores debemos integrar nuestro trabajo de forma obligatoria, y de manera coordinada, con el organismo, con el mercado y la sociedad, con el objetivo de asegurar la transferencia de resultados y conocimientos de manera aprovechable y aplicada.

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